Alfonsin murio

Murió Raúl Alfonsín. En 1983 fue el primer presidente constitucional después de 10 años de brutal dictadura.

El país sufrió varias dictaduras militares a lo largo del siglo 20, todas ellas impuestas para cuidar las ganancias de la Sociedad Rural, la Unión Industrial, la Embajada Yanqui y la Iglesia Católica. Pero la última había sido tan bestial que hasta sus promotores se avergonzaban de su herencia de 30.000 asesinatos, una deuda externa de 50.000 millones de dólares y una guerra desgraciada.

El triunfo electoral de Raúl Alfonsín, el más brillante orador del Partido Radical, entusiasmo a la gente, despertando grandes expectativas de justicia, paz y bienestar; alentadas por sus magníficos discursos, donde recitaba el preámbulo de la constitución y aseguraba que "Con la democracia se come, se cura y se educa..."

A la larga todas aquellas esperanzas se vieron defraudadas y Alfonsin debió entregar la presidencia a su sucesor, Carlos Menem, 6 meses ante de terminar su mandato, dejando como herencia una inflación anual del 6000% y un país al borde de la disolución social.

Uno de los pocos logros de la desastrosa administración Radical fue la Ley De Divorcio. La iniciativa de Alfoncin reunió en su contra a todos los sectores conservadores de la sociedad. Los Obispos Católicos acusaron al viejo líder liberal de masón, ateo, filomarxista y psicobolche; y protestaron sacando las imágenes de la virgen de las iglesias para llevarlas en procesión a la Plaza de Mayo.

Lejos de la presidencia, el liderazgo de Alfonsin dentro del Partido Radical siguió fuerte. Así logro pactar con su sucesor la reforma de la constitución; el Radicalismo mantuvo su presencia en el congreso y Carlos Menem obtuvo su reelección, y pudo llevar adelante las reformas que la dictadura no había logrado concluir.

Alfonsin murió anoche, sufría un cáncer de pulmón. Es extraño que quien quiso ser un conductor de hombres no fuera capaz de dominarse a si mismo y superar la adicción al cigarrillo.

El Obispo Justo Laguna le dio la extremaunción momentos antes de su muerte. Alfonsín, con sus últimas fuerzas, tomo la mano del obispo y le besó el anillo, símbolo del poder de la Iglesia Católica sobre el destino de los hombres. El viejo sacerdote abandono el lugar con lágrimas en los ojos y al borde de la histeria atravesó la multitud de periodistas que montaban guardia, haciendo apenas una o dos declaraciones.